Hace unos dias buscando material de archivo encontre una columna de un periodista acerca de la Gira sudamericana de Queen:
En la Argentina, los militares –y el terror– reinan supremos. Según Amnistía Internacional, alrededor de 15 mil personas han "desaparecido" desde 1976, cuando Isabel –segunda mujer y sucesora de Juan Perón– fue derrocada por un golpe de Estado. Desde entonces, se ha desatado una guerra de guerrillas entre la dictadura y los grupos opositores, en su mayoría peronistas. Los ciudadanos han sido arrancados de las calles o de sus casas, llevados a centros clandestinos de detención y torturados sistemáticamente. Pero como escribe V.S. Naipaul en su libro El regreso de Eva Perón: "El estilo es algo importante en Argentina; y en la larga guerra de guerrillas –a pesar de la sangre y la tortura verdaderas– siempre ha habido una cuota de machismo y espectáculo público".
En el medio del alboroto de la aduana, un hombre de mediana edad, muy gris –traje gris, corbata gris, pelo gris–, viene abriéndose paso entre la multitud, gritando algo en español. La única palabra que entiendo es "Queen" y, claro, nos está buscando. Agarra nuestros pasaportes, nos pasa rápido a través de los inspectores sin siquiera abrir una valija y nos lleva escaleras arriba al bar para una cerveza mañanera. Habla poco inglés, pero hay dos palabras que maneja muy bien. No importa qué se le pregunte, la respuesta es siempre la misma: "No problem".
Quizás esto no vaya a estar tan mal, después de todo.
Ya era la tarde del segundo día y ninguno de los periodistas había entrado en contacto con ningún miembro de la banda. Matábamos el tiempo en el bar del hotel, pero en este país con una inflación anual del ciento por ciento, una botella de cerveza cuesta el equivalente a 12 dólares, cosa que nos mantenía sobrios muy a nuestro pesar. Finalmente, Jim Beach, el asesor financiero de Queen, permite que algunos vayamos a ver la prueba de sonido en Vélez Sársfield.
Cuando llego al estadio, veo que los argentinos tienen una concepción más bien ingeniosa de cómo controlar multitudes: una fosa de dos metros de ancho y medio de profundidad bordea el perímetro del campo, llena de agua podrida y libélulas alrededor. Queen trajo su propio césped artificial para que los organizadores permitan público en el campo.
Sobre el escenario, Queen –el cantante Freddie Mercury, el guitarrista Brian May, el bajista John Deacon y el baterista Roger Taylor– está ensayando "Rock It (Prime Jive)", un tema de The Game. Y suena terrible. En este estadio, la acústica es horrible: hay un delay de treinta segundos a medida que la música se aleja del escenario y rebota en el tablero electrónico. El sonido de la banda tampoco suena inspirado. La sección rítmica, desprolija y perezosa; la guitarra de May se limita a tocar clichés de hard rock / heavy metal y sus patentados –aunque ya aburridos– solos armónicos; la voz de Mercury suena displicente y sin convicción.
"Son peores que una banda de cuarta de un bar de Nueva Jersey", me comenta otro periodista y, en efecto, me quedo medio perplejo pensando por qué son tan populares.
Cuando vuelvo esa misma noche a Vélez para el show, el estadio está lleno de chicos… y de policías. Son tipos duros y malhumorados, no como los boy scouts que vi en el aeropuerto. Y rápidamente nos damos cuenta de que éstos van en serio. En cuanto un periodista norteamericano les saca una foto a los veintitantos policías de bastón que rodean la entrada al backstage, es empujado contra un Falcon oficial y amenazado a punta de cuchillo con cortarle un dedo, hasta que entrega el negativo. "No problem." Sí, seguro.
"Un supergrupo, un numero 1", anuncia el presentador mientras bajan las luces y Queen aparece en el escenario con una explosión de humo y su himno "We Will Rock You". Vestido con una musculosa blanca de Superman, pantalones de vinilo rojo y negra campera también de vinilo, Mercury deja de cantar por momentos y desafía al público a que sigan ellos. Y ellos siguen: los fans parecen saberse todas las letras a lo largo de un show de 110 minutos, un show impresionante aunque más no sea por la cantidad de hits que es capaz de tirar la banda, como "Keep Yourself Alive", "Killer Queen", "Bohemian Rhapsody", "Fat Bottomed Girls" y "Bicycle Race".
Aunque la química entre banda y público es notable, la gente responde con una devoción tan absoluta que me da la impresión de que si Freddie Mercury les dijera que se afeiten la cabeza, lo harían.
Musicalmente siguen sonando prosaicos, pero lo que les falta de habilidad lo compensan –al menos para los fans– con escena.
Para los bises, repiten "We Will Rock You" y luego tocan "We Are the Champions". Vistiendo ahora apenas unos shorts de cuero negro muy cortos y una gorra de policía al tono, Mercury se mueve por el escenario como un híbrido entre Robert Plant y Peter Allen, y en medio del clímax patea un parlante para luego darle con el micrófono. Algo bastante ridículo hoy en día, pero a los chicos les encanta.
Autor del primer párrafo: Nicolas.
Jefa: KillerQueen